14. Carreteras secundarias de la memoria

Habíamos tomado por error la carretera que pasa por delante del Pazo de Meirás. A mi primo no le gusta conducir con gps, así que se guía de su intuición, de los puntos cardinales y de sus recuerdos. Al final llega a los sitios, porque en Galicia todas las carreteras llevan a todas partes, con mayor o menor rodeo, con más o menos barro. El desvío sirvió para que la conversación también se apartara del camino, y surgiera un desvío en nuestras palabras, que nos llevó a un lugar que no esperaba descubrir.

De camino a Sada, aparecen tras una curva las piedras grandes y oscuras del muro que protege el pazo que mando construir la gran escritora decimonónica Emilia Pardo Bazán. Rodeada de sus miles de libros, escribía desde lo alto de la Torre de la Quimera. Cuando necesitaba aire fresco y una mirada hacia el horizonte, se asomaba al precioso balcón de doble arco que llamaba De las Musas, suspendido sobre la fachada lisa de la más alta de las tres torres almenadas, y lo que fuera que encontrara allí le hacía retornar al papel. No se puede ser más romántica.

Dice mi primo: «tú tío —que es también el suyo— pasó su convalecencia en el pazo, ¿no lo sabías?». Mi tío tuvo de niño una enfermedad que casi lo mata y que le dejó muy pequeño y muy delgado. Un hombre frágil pero risueño. No, no lo sabía. Y no me cabía en la cabeza cómo eso era posible. Tiré del hilo.

Esto es solo el principio. Sigue leyendo haciendo clic en este enlace. Este artículo pertenece a la serie El verano del coronavirus, publicada en eldiario.es
Todas las ilustraciones de la serie han sido realizadas por Isa Ibaibarriaga.
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