Acariciamos vuestro spleen apocalíptico

Al fin, cogiendo las maracas por su mango, como Joe Crepúsculo, asiendo las metralletas a lo Bonnie & Clyde, adentrándose en las marismas de la noche a lo Pimpinela, Elena Cabrera y Alberto Monreal tienen intención de vengarse sin piedad del más absoluto y pérfido aburrimiento institucional, esa desidia musical que entumece las cloacas underground que a la deriva y sin criterio, va vagando como un zombie sediento de cabaret, terrorismo cultural y demás carnaval veneciano.

Con inquina, kilos de goma 2 y con la determinación de un kamikaze, todos los olvidados, freaks y post-adolescentes a la deriva, al fin, disponen de santuario para su consuelo. Abrimos el podcast Pobres Chavales con la intención de acariciar vuestro spleen apocalíptico, a base de dossieres especiales, oscuros reportajes y análisis varios dedicados a la apaleada y maltrecha música que nos gusta.

Para quitárnoslo de encima al primer disparo, hemos confeccionado un viaje de tropecientos programas especiales dedicados al mejor grupo en este salón, Depeche Mode, donde iremos deletreando con buena letra todos sus discos, dedicando un programa a cada uno de ellos, sus recientes conciertos en Madrid, su génesis y sus irregulares proyectos paralelos, todo, en una colección de programas que va a dejar a Los Diez Mandamientos de Cecil B. De Mille al nivel de una película de Pajares y Esteso.

Rigurosidad y deleite en una Black Celebration dónde hasta sus creyentes más aventajados tendrán la oportunidad de aprender un nueva oración. Empezamos con un especial sobre sus recientes conciertos en Madrid el pasado enero en su Delta Machine Tour, unas multitudinarias ceremonias que devolvieron a Depeche Mode a su alto nivel habitual, con un Dave Gahan a pleno pulmón tirando del carro, un nuevo Gore disfrazado sólo en su superficie de persona normal, e incluso con un desatado y folklórico Fletcher. Pistoletazo inagural no solamente de esta colección de podcast dedicados a los de Basildon, sino de este nuevo proyecto, que esperamos, con falsa modestia, compense por un momento el aburrido y narcotizado devenir de siglo. Pobres chavales de todas tribus y pelajes, ¡bienvenidos!