He ido a votar esta mañana y me he asustado por la cantidad de interventores de Vox que había en mi colegio electoral (en la calle López de Hoyos de Madrid). Era tan desproporcionado que no era la única persona a la que le había llamado la atención: mientras salía, una pareja mayor comentaba exactamente lo mismo que yo estaba pensado.
He hecho una búsqueda en internet (tampoco muy intensa, que escribo esto mientras termino de hacer la comida) y no he visto en ningún lado que tenga que existir ningún tipo de proporcionalidad, lo que me lleva a reafirmarme algo que he pensado siempre: los apoderados son, en verdad, propaganda electoral gratuita.
En las horas previas de tensión informativa, en los círculos privados, se suele hablar mucho de la percepción electoral, a modo de sondeo a ojo, que se obtiene de la experiencia de la visita al colegio electoral. Por ejemplo:
- «Mucha monja he visto»
- «Mucho yayo en silla de ruedas (empujada por una monja)»
- «Qué poca gente»
- «Pues no está mal de gente»
- «Estaban los del quinto ondeando sus papeletas del PP»
- «Pues no me he encontrado a nadie conocido»
- «Esto pinta mal»
- «Esto pinta bien»
- «El taco de papeletas de Vox estaba bajísimo»
- «Las papeletas de Podemos estaban escondidas»
Mi experiencia de hoy ha sido la del sondeo de apoderados. He visto: seis o siete de Vox, tres de Más País, dos del PP y uno del Psoe. Quizás los de Unidas Podemos se habían ido a tomar café, yo no los vi.
También me ha llamado la atención ver a rostros del activismo del barrio como apoderados de Más País.
A las dos de la tarde, la participación en la Comunidad de Madrid ha sido del 41,01%, 2,60 puntos por debajo que en las anteriores.
Esto pinta chungo.