Durante todo este tiempo de apagón he escrito, por inercia, innecesarios post mentales que no me llevaban a ningún lado. Y, cuando dejé de escribirlos, empecé a ver que mis pies sí iban hacia algún lado. ¡Se movían! ¡Se movían solos! Apagar la luz ha sido necesario. No sé si ha dado de sí todo lo que merecía pero bajo circunstancias de debilidad como las que he atravesado este verano, esta cantimplora negra que ha sido mi weblog muerto no daba de sí ni una gota más.
