Cómo se forjó la ‘operación Saga’: un viacrucis de diez años para la SGAE

La fotografía era inevitable: un coche de la Guardia Civil prácticamente empotrado en la puerta del Palacio de Longoria, aparcado sobre la estrecha acera que da paso a la sede de la Sociedad General de Autores. Era 1 de julio de 2011. Unos estudiantes presentaban en el salón de actos sus trabajos de fin de máster y eran desalojados sin recibir explicaciones. Mientras ellos salían, los guardias civiles entraban. Esa imagen marcó el futuro de la historia de la SGAE de una manera indeleble.

Ha sido necesaria una década para cerrar judicialmente esa herida, cuyas repercusiones en términos reputacionales van mucho más allá. El caso Saga, cuya sentencia absolutoria acaba de conocerse, es la punta del iceberg de una deriva que ha dejado a la casa de los autores al borde de la ruina, asolada por luchas intestinas y una perniciosa inercia conocida como ‘la Rueda’, donde unos pocos autores se beneficiaban de la explotación de repertorio en la franja nocturna de la televisión.

Aquel 1 de julio, la Guardia Civil se llevó detenido a Teddy Bautista por supuestos delitos de apropiación indebida y malversación de fondos, cuya sentencia de absolución es la que ahora ha visto la luz. Esa mañana de verano detuvieron a ocho personas más, una de ellas era José Luis Rodríguez Neri, miembro de la Junta Directiva de la SGAE entre el año 2000 y 2007, director de Gestión de la Información de la entidad y director general de la SDAE, una sociedad creada para ofrecer servicios que facilitaran la difusión en internet de los autores de la SGAE, con el objetivo ulterior de fomentar la recaudación de derechos digitales. Además, Neri estaba era consejero, apoderado y administrador solidario en otra empresa nueva asociada a la SGAE, Portal Latino, un sello para publicar a algunos autores y promover su obra en Internet. Eso era lo que se contó en su día, pero la investigación judicial que asomó a la opinión pública ese día expuso unas intenciones diferentes: una trama de desvío de fondos para el enriquecimiento personal de Neri y su entorno. Es la conocida como ‘Operación Saga’.

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