Despierto pronto el sábado en Castellón para escribir una crónica de ayer. Me tiraría horas escribiendo, me he quitado horas de sueño sin importarme. Hablaría de muchos grupos, de mucha gente, relataría las conversaciones que recuerdo… ¡pero no hay tiempo de nada! Así que corto la cróncia antes de que la distorsión siga hasta el infinito. My Bloody Valentine, el tsunami más deseado Viernes santo en Benicàssim, una noche que dividió al público entre viejas glorias y nuevos dioses a los que adorar