Le digo a mi hija que por favor le mande un video a su amiga A. que está agobiada de estar tantos días en casa. “Yo también”, me contesta con cara de pena. “¿Tú?, pero qué dices, si estás encantada de estar en casa”, le contesto. Y me devuelve una carcajada de las suyas mientras me contesta: “es verdad, ¡me gusta estar en casa!”. La verdad es que diría que está estupendamente, contenta de no madrugar, feliz con sus películas y sus videollamadas, si no fuera porque cada día noto que le cuesta más dormir y le acechan temores nocturnos. Le pregunto de qué tiene miedo y me contesta: “de los monstruos… de los monstruos de afuera”.
Los niños y las niñas llevan 18 días sin salir de casa y las fisuras de su fortaleza empiezan a aparecer, en cada caso de manera diferente. Me consta que hay niños muy inquietos que lo están pasando mal, que les sale el temperamento de manera inesperada o que les invade una melancolía indefinida.
G., una amiga de Eleonor de su misma edad, decidió convocar a su familia a una reunión “para hacer propuestas de cosas que deben mejorar en esta casa”. Se curró toda la logística: invitaciones, etiquetas identificativas para los participantes y un catering para después de la reunión. Para que todos los miembros de la familia pudieran asistir a la reunión sin riesgo de ser detenidos por las autoridades en el pasillo, G. preparó unos salvoconductos para acceder al salón. También pidió a los invitados que llevaran gráficas, lo que demuestra el poder de penetración de las curvas del coronavirus en nuestro imaginario, incluido el infantil. eldiario.es ha tenido acceso a estos asombrosos documentos. La infografía dibujada por G. refleja la evolución de la hora de acostarse cruzada con el “como lo que quiero” y el “hablo lo que quiero”. El análisis de estos datos arroja una tendencia al alza en la autodeterminación y la autarquía. De hecho, durante el cónclave posterior, G. defendió que “el valor de la casa” mejoraría mucho si sus padres la dejaran comer, hablar y dormir a su antojo. Por el contrario, las curvas de la madre arrojan un acusado descenso en “planes con amigos”, un moderado incremento de “platos para fregar” y un notorio ascenso en el número de “bailes”. Achaco a la extrema variación de temperaturas que estamos teniendo estos días, la acuciada vulnerabilidad de la curva “helado”. Fuentes conocedoras de los detalles de la reunión han dado a conocer a este diario que la asamblea consensuó la ingesta de “un helado gigante con varias bolas, nata montada y toppings” en cuanto sea posible salir de casa. Aunque nieve.