La incertidumbre nos estaba provocando un engañoso efecto óptico: el verano parecía más lejos de lo que estaba. El curso acaba este viernes y, aunque es posible que no haya tanta diferencia entre las semanas previas y la que viene, sí está sucediendo que a muchas personas las están reincorporando a su trabajo, sacándolas de los ERTE o dando por terminada esta etapa de teletrabajo. Ya dos amigas, con hijas en Primaria, me han contado que les avisaban un jueves para regresar un lunes. En ambos casos, las personas que estaban organizando la nueva normalidad de las oficinas, se olvidaron de que en la vieja normalidad había niños en el colegio que ahora están en casa, enlazando el confinamiento con las vacaciones de verano. Suponemos que pensaron que ya sabrían los padres y las madres qué hacer con ellos, que a algún sitio los mandarían. Pero no es tan fácil.
De golpe, muchas conversaciones giraron hacia la pregunta ¿qué vais a hacer con los niños?, que en realidad habría que leerla entre exclamaciones: ¡qué vais a hacer con los niños!, y con un tono rayando en el pánico: ¡¡QUÉ VAIS A HACER CON LOS NIÑOS!! Desconozco cómo va el tema en otras ciudades, pero en Madrid se cancelaron los campamentos de verano habituales y no ha sido hasta hace pocos días que se han anunciado unos nuevos llamados “para la conciliación” y que tendrán lugar entre el 20 de julio y el 14 de agosto. Por un lado, habría que pensar qué pasa con la conciliación el resto del verano y, por otro, si una vez más no estamos adultocentrándolo todo tanto, como se preguntaba Ana Requena hace un tiempo en este diario, que ni siquiera podemos llamar a los campamentos “para pasarlo chachi”, o algo así, pensando más en los niños y niñas. Me vais a decir que es una tontería, que total es solo un nombre, un título, pero yo estoy convencida de que nombrar las cosas es una parte importante de hacer las cosas.
El asunto es que estos campamentos, de los que aún no se sabe mucho más, los convoca la Unidad de Programas Socioeducativos para la Conciliación de la Vida Familiar y Laboral del Ayuntamiento de Madrid, por lo que no podríamos esperar otro enfoque y solo pueden ser solicitados por las familias en las que ambos progenitores trabajen, o bien sean monoparentales o monomarentales trabajadores. Estoy pensando en una persona que conozco, que ahora mismo no está trabajando pero cuya salud mental está bastante al límite después de haberse dedicado intensivamente a cuidar y a enseñar a sus hijos durante el confinamiento. Esta mujer, si quiere darle a sus hijos nuevas experiencias y a ella un poco de espacio, sea para recomponerse o para buscar trabajo, no puede optar a estos campamentos gratuitos y tendrá que buscar uno de pago. En el AMPA del colegio de Eleonor se están reuniendo las opciones que les van llegando. Los precios suelen estar alrededor de 150 euros la semana y todas las propuestas son a partir de julio porque, según me cuentan, han tardado en desarrollarse los protocolos y, a partir de estos, han necesitado un tiempo para diseñar y adaptar las propuestas.