El sexo negativo

Agradezco vuestros comentarios y consejos sobre la moto. Han pasado dos semanas y he cogido confianza. A pesar de ello, voy tan alerta y tensa que he contracturado aún más mis músculos.

Definitivamente he declarado la guerra a los taxistas. De entre todos los conductores -no digo nada nuevo- los trabajadores del taxi son los peores. Hartos de pasar horas al volante tratan al resto de ocupantes de la vía como piedras en el camino que o bien son invisibles o bien son un estorbo que hay que esquivar con rapidez mientras buscan desesperados un cliente que cargar.

Por eso, no usan los intermitentes (se aburren de tanto dar a la palanquita), paran donde quieren, giran sin previo aviso, abren la puerta como un dominguero que se para en la cuneta de la carretera nacional para respirar aire puro y tratan el carril bus-taxi como si no fuera bus-taxi-moto. Esto último ha sido una revelación, un dato totalmente desconocido hasta hace unos días: ¡las motos pueden usar el carril bus! Desde que lo sé no lo suelto. Me siento como en un pasillo vip. Aunque tiene sus peligros, siendo el más destacable los giros a la derecha. Me explico: si un coche está situado en el carril anexo al reservado para bus, taxi y moto y quiere girar a la derecha para tomar una bocacalle puede que respete al autobús, porque es enorme, pero la motocicleta ni la ve. No sé aún qué esperan de mí, si que corra mucho para que no me pillen o vaya lenta para cederles el paso. En verdad pienso que lo que quieren es aplastarme.

Otro lujo, junto al del carril vip, que he descubierto es el placer de aparcar donde me de la gana, subirme por las aceras y dejar la moto en la puta puerta de allá donde vaya. Igual resulta que está prohibido pero, ¿cómo saber dónde se puede estacionar una moto? Un día la dejé en una plaza verde mientras entraba en una panadería a comprar un suizo. Un conductor me miró con cara de odio, como si le estuviera robado. Estos días estoy yendo a la Muestra de cine fantástico de Syfy y, ya digo, en la puta puerta. Diez minutos tardé en llegar al cine desde mi casa. Si, ya lo dice mi novio, desde que estoy motorizada estoy insoportable.

Campaña DGT

La Muestra de Syfy es uno de los mejores momentos del año. Es una de esas cosas que hacen a Madrid, Madrid. Ves el cine Luchana lleno y te preguntas de dónde sale tanta gente a la que le gusta lo mismo. Siempre piensas que hay cuatro y luego en cambio se puede llenar un cine con ellos. La nueva película Vicenzo Natali, el de Cube, es una mierda. Se llama Splice y es de vergüenza ajena, menudas risas en el cine. Ya pintaba mal que el protagonista fuera Adrian Brody. Es muy gracioso que su mujer en la película se llama Elsa (como Pataky), el papel lo hace Sarah Polley. La de Johnnie To, Vengeance, está muy bien, esa sí la recomiendo. Un western hongkonés con mafiosos, asesinos a sueldos y honor. Con Johnny Hallyday de protagonista. Y el anime Summer Wars también estupendo, me ha gustado mucho.
Leticia Rodera -grande, me encanta, presenta todos los años las películas- dijo de Amer que era para amarla o para odiarla. Yo en realidad me aburrí mucho hasta las escenas de corte con navaja. Es una película experimental francesa que, si me preguntas, no te la aconsejo. Y de The Crazies, un remake de Romero producido por el propio maestro, también estuvo muy bien. Y eso es todo lo que visto porque ayer tocaba IAMX y no pude ir a ver ninguna película.

Ya que estamos en plan crítica cultural diré que el concierto de IAMX habría sido maravilloso si no fuera porque la mierda de sonido me impedía darme cuenta de ello. QUÉ HORROR. Normalmente el sonido en Caracol es bueno pero ayer la cagaron y bien cagada. Los graves lo tapaban todo, incluidas las voces, sonaba saturado y empastado, la vibración que producía era incluso molesta. Qué lástima porque IAMX es uno de los mejores artistas del mundo. Eso sí, estaba lleno, ¿de dónde le salieron tantos fans? Casi me quedo sin poder entrar.