Gana lo correcto

tanxuguieras

No ganó la teta al estilo Delacroix ni la foliada de pandeiretas ni la lesbianización de Europa; ganó lo que tenía que ganar para que todo siga igual. Si hai fronteiras y estas son las de la industria, las que indican qué no debes hacer para salirte del tiesto, lo que funciona, lo que vende, lo correcto. En el BenidormFest, la selección española para Eurovisión, ha ganado la normatividad porque RTVE lo quiere así.

En esta ocasión, tonta de mí, volví a ilusionarme. Y, una vez más, me volví a pegar una hostia.

La música, para mí pesar, ha dejado de ser hilo conductor, vehículo de rebeldía, estandarte de identidad. Cuando en raras ocasiones como esta las canciones vuelven a asomar con la fuerza que tuvieron en el siglo XX, me emociono. Pienso que algo podría cambiar y que no estoy sola en eso.

Pero quien maneja el dinero y los mensajes se cuida de poner en el centro al jurado, esa institución que representa el conocimiento experto, la sofocracia cultural: para que el orden establecido se tambalee pero no caiga. Que el sistema se tambalee es necesario para que el sistema se perpetúe (como nos enseñaron las Wachowski en Matrix).

Escribo esto y pienso que parece que es que estaba defendiendo que Esplendor Geométrico fuera a Eurovisión. Y en realidad no era para tanto: solo unas tías que cantan en galego o una mujer que pregunta por qué dan tanto miedo nuestras tetas. Es muy difícil actuar en el mainstream por eso hoy, de nuevo, nos replegamos a nuestras trincheras. Como siempre.

Lo ha dicho la persona delegada de RTVE para planificar la estrategia de España en Eurovisión: lo que cuenta es la IDEONEIDAD (y lo ha dicho en mayúsculas, por si había alguna duda).

Eurovisión es un producto televisivo de las radiotelevisiones europeas. Uno podría esperar que la radiotelevisión pública de este país tuviera cierta sensibilidad pero recordemos lo que hay: la gran apuesta de RTVE por la música es un reality show que consiste en hacer competir a cantantes desconocidos para formarles como estrellas, exponiendo su vida íntima y metiéndola dentro de la ecuación del programa. Ese programa acomodado, aburrido y residual que son Los conciertos de Radio 3 en La 2 a la una y media de la madrugada. De vez en cuando, hay que admitirlo, compran algún producto de prestigio y bien elaborado, como Un país para escucharlo o Mapa sonoro (ambos, curiosamente, mezclando viajes y música). O Cachitos de hierro y cromo, probablemente el programa más barato de la tele que basa su éxito en hacerse el gracioso rescatando fragmentos cortos de un archivo que todos los martes nos recuerda lo mismo: hace años había música en la tele. Recordemos, también, que parece que RTVE no sabe cómo reflotar Radio 3.

Por eso, el rescate del rótulo de Tocata en la actuación de Xeinn no tuvo ninguna gracia. Más bien al contrario: una parodia que nos recordaba que hay que retrotraerse a nuestra infancia, unos ridiculizados y estereotipados años 80 (según lo de Xeinn) para encontrar un tiempo en el que la música en Televisión Española importaba.