Hay un lugar en el infierno para mí y para mis amigos

Ansar Al Qaeda en Europa amenaza con convertir nuestra ciudad en un infierno y me pregunto si el diablo es el estallido o es el miedo. Mis miedos siempre han venido de dentro: son los yuyus, un terror irracional que se presenta repentinamente y nunca encuentra razones para abandonarme; es el miedo a lo paranormal, a la enfermedad repentina y a la muerte súbita. Yuyus; lo inexplicable, lo impredecible, lo desbordante. Siento miedo de las psicofonías, de las voces en mi cabeza y de las amenazas. En estos tres casos me vende al miedo (o más bien me regala) la credulidad: si no creyese en ellas, no las temería. En ocasiones escucho mi nombre. Giro la cabeza, miro hacia atrás, y no hay nadie. Odio la sensación de permanente alerta cuando me examinan y también cuando me observan. A veces hay gente que me pone a prueba y tengo que guardar mi espalda a cubierto para que que, desprevenida, nada malo pueda ocurrirme. El miedo no es algo nuevo. Viene de dentro y siempre ha estado ahí, por tanto. Antes de conocer la amenaza, Manuel Ríos y yo hacíamos el especial Morrissey en “El Último Baile”. Como despedida pusimos “There is a place in the Hell for me and my friends”. Pero el Infierno no son los demás, el Infierno está dentro. Y a ese lugar, pasen, aún hay hueco. El estallido, es otra cosa.