I was happy in the haze of a drunken hour

Nunca un FIB hab?a transcurrido para m? tan r?pidamente. Fue una enso?aci?n pasajera, fugaz, con el interludio de una pesadilla que olvidar? pronto. Pas? all? una semana, durmiendo en el Bonaire, un hotel c?modo y bonito donde los empleados son agradables contigo, especialmente con las diez personas del staff del Festival que alojan. Nos saludan con una sonrisa comprensiva cuando arrastramos las zapatillas por el hall a las seis de la ma?ana, pensando en las s?banas y en todo lo que pudo haber quedado sin resolver; nos cruzamos un contradictorio «buenas noches» / «buenos d?as» y cierran su sonrisa con un apacible «que descansen». Recorremos el pasillo hasta la ?ltima habitaci?n a mano derecha, y alguna que otra puerta se abre dando paso a turistas madrugadores aseados y serios. Hubiese querido actualizar desde all?, como hizo Carolina pero, a diferencia del de ella, mi trabajo no me permit?a ratos muertos esclavizada tras una mesa. Si en alg?n momento colgaba mi responsabilidad era para ver una canci?n, lavarme los dientes o visitar las oficinas de producci?n (acompa?antes, transportes internos, FIB, voluntarios…). Otros a?os visitaba las mesas de backstage, buscando amigos -relajados portadores de A- a quien saludar y departir un momento, contagiarme de su calma. Esta vez puedo jurar que no he visto el agua de la piscina, podr?a haber estado hueca que yo no me hubiera enterado. No obstante, este ha sido el a?o que menos estresada y agobiada he estado de todos los ?ltimos y esta novedad se debe a dos factores muy importantes: 1) No trabajar ya en la oficina del Festival. Siempre imagin? que este ser?a uno de los resultados de mi liberaci?n pero no cre? que pudiera ser algo tan obvio. Llegu? en perfecto estado de salud, con el trabajo adelantado y enormes ganas de vivir un FIB. Nada de esto tuve en 2003. 2) Pablo Vinuesa. No s? porqu? nunca pens? que Cristina y yo necesit?bamos un coordinador de redacci?n. ?Y ahora lo veo indispensable! Pablo sac? el trabajo adelante, coordin? la jungla, azuz? a los chicos, corrigi? y trajo ideas ah? donde faltaban. Creo que voy a montar una revista pero de que ya, para darle trabajo de coordinador de redacci?n. Ah, un momento, que eso es lo que voy a hacer. Bueno, mientras me traumo denle trabajo, oigan. Pasaron cientos de cosas. Y no las puedo contar todas, claro. Cada minuto acurr?a algo y no dispongo de otros siete d?as para contar lo vivido en esta semana. En el post anterior se ha comentado mucho lo de Morrissey y parece que hay cierta expectativa por lo que diga al respecto. Voy a contar lo que s?: Ser?an las ocho cuando, en la sala de las ruedas de prensa, Mamen (responsable de la prensa internacional) me di? la noticia en voz baja, «es un sinverg?enza», dijo. No pod?a dec?rselo a nadie si no quer?a que la noticia se corriera como la p?lvora. Pens? que era una broma. Por la tarde, cuando lleg? Carlinos al recinto, me dijo todo serio que Pablo estaba con fiebre en el hotel y que no podr?a venir. Pens? en la otra Fievre, el suplemento de conciertos del Fiber, y se me hundi? el mundo durante los dos segundos que mantuvo el enga?o. Una cruel idea de Vidal, parece. Pero la no-broma de Mamen dur? m?s de dos segundos y yo en cambio necesit? unos diez minutos para asimilarlo. A?n as?, Rosario, que estaba delante, no supo lo que pasaba pero vi? mi cara y se temi? lo peor: un retraso, un leve accidente… Me pregunt? y no pude decirle nada. Tambi?n estaban en primera fila mis amigos de Spicnic/Alpino, esperando delante de la escenograf?a preparada, antes a?n de que abrieran la entrada al Escenario Verde. Y no pod?a decirles nada. Mamen me dijo que estaban estudiando pasarlo al domingo, que hab?a una oportunidad. Fue media hora horrible: tensa, desubicada. Volv? a la redacci?n y v? algunas caras. Me sent? miserable al ocultarles algo tan importante pero sab?a que deb?a hacerlo, por un lado, y por otro, as? era menos real. Recib? un mensaje de Rosario que esperaba en primera fila, se tem?a lo peor. Cog? una c?mara, pensando en fotografiar el escenario. De camino me encontr? con Jose Mor?n y le mir? a los ojos sin atreverme a preguntar nada. «Ya lo sabes ?no?» me ley? en la cara. Y asent? y no le par?. A?n no hab?an abierto las puertas y al acercarme me di cuenta de que los t?cnicos estaban recogiendo cables. Interpret? eso como un camino de no retorno. Decid? ser yo quien se lo dijera a Rosario, que estaba con Carlos y a Manuel R?os, que esperaba impaciente junto a Alfonso y Fernando. Prefer? ser yo y no una megafon?a. Manuel no quer?a creerme. Les ped? que no dijeran nada a nadie, que se estaba trabajando en una soluci?n. Pregunt? en producci?n porqu? se estaba tardando tanto en anunciarlo. Me dijeron que estaban redactando el texto. S?, eso es sin?nimo de lentitud en mi oficina, pens?. Me dijeron que hab?an ido a buscar hojas de reclamaciones, sab?an que no habr?a suficientes. Vi a mucha gente llorando. La gente de Morrissey quiso desmontar de inmediato para que nadie pudiera ver el escenario montado. La organizaci?n no se lo permiti?. No se desmont? para que la gente entendiera mejor. Quise publicar la foto en el Fiber para amplificar ese momento. Los t?cnicos que se rieran al ver a la gente inocente son unos hijos de puta, que no tienen ni idea de lo que significa la m?sica para nadie. El d?a que Morrissey dijo s? Miguel Mor?n descorch? varias botellas de cava en la oficina. Jam?s se hizo eso con una confirmaci?n. Lo que yo s?: problemas en el avi?n les obligaron a volver a Londres. Mientras regresaban, el tour manager dijo que coger?an otro avi?n de nuevo y se quiso retrasar el concierto. Al aterrizar, Morrissey tuvo una crisis nerviosa y una ambulancia se lo llev? a un hospital. No s? si fue antes o despu?s de esta crisis nerviosa que el tour manager y el FIB negociaron la posible inclusi?n de Morrissey en el cartel del domingo. No obstante, nada garantizaba que, tras tratornar horarios del d?a siguiente, Morrissey apareciera. Y es verdad, los grupos del domingo y su p?blico tambi?n merec?an un respeto. No era posible.