Hace frío en casa. He encendido la calefacción y la he acercado a la silla. Es reconfortante. Estoy sola y en silencio, después de haber estado escuchando la radio y la mitad de Enemies Like This de Radio 4. Hoy me siento totalmente dejada e inapetente. Hay tantos planes entre los que escoger para hacer esta tarde y esta noche que ocurre que no me apetece ninguno. Diría que estaría bien quedarse en casa con una manta en el sofá y una película en el televisor, pero tampoco me motiva. Tendría que limpiar la casa y no tengo fuerzas. Escribir muchas cosas pendientes pero cuando me siento aquí delante comienzo a navegar por páginas de hipotecas y reformas de viviendas. Hoy, lo único que me apetece es dormir. El otro día en La 2 un filósofo habló sobre las intermitencias de felicidad, ese refugio en el que hacerse un hueco. El cerebro es un puto en el cual no confiar mucho. En esta época de dicha tengo este tipo de días inanes sencillamente porque sí, porque algo químico estará liberando mi cerebro que me deja chafada, desplazada, aburrida y tristona. Me he caído en un hueco de las intermitencias estas. Maldición.