Juanjo Sáez, un truhán, un señor

Hubo un tiempo en el que daba miedo ser demasiado ‘moderno’ y caer bajo las garras del lapicero de Juanjo Sáez. Si no le conocías le imaginabas como un altivo e implacable ser revestido de una armadura de ironía de acero. Pero los que tienen la suerte de conversar con él saben que es uno de los seres más encantadores que ha parido madre. Una señora que, por cierto, es protagonista del último libro de Juanjo, el conmovedor “El Arte. Conversaciones imaginarias con mi madre” (Mondadori, 2006); cuando ella terminó de leerlo besó varias veces a su hijo y “puso cara de emoción”, en palabras del autor.

Ahora Juanjo está inmerso en la publicidad, trabajando como creativo externo para la agencia Publicis/Lado C y “por primera vez se está valorando más mis ideas que mis dibujos”. Su estilo –simplificado, de remembranza infantil- es tan característico que durante estos últimos años se le llamaba para ‘hacer de Juanjo Sáez’, “El ‘estilo’ que tengo actualmente lo desarrollé en la Escuela Massana. No es una escuela académica, se basa más en la experimentación y en tus propias vías de expresión. Desde fuera parece que es algo muy definido pero para mí no lo es tanto. De hecho, es circunstancial al momento en el que estoy, dibujando así me siento cómodo, no me cuesta y me resulta funcional para lo que quiero explicar, tanto a nivel narrativo como emocional”. Esta impronta se materializó al principio en los fanzines de Círculo Primigenio cuya temática –no dejar títere con cabeza, reflexiones sentimentales a pie de calle, humor gráfico de tres palotes rozando el absurdo o parodiando prolijas redacciones escolares- le marcó definitivamente: “Sí y a mis compañeros también. Fue una etapa donde experimentamos, siguiendo unas reglas concretas que nos autoimpusimos… teníamos nuestro ‘dogma’ y nuestros temas tabú. Durante esa época Círculo Primigenio era mi única razón de existir, ja, ja, ja…”. Aquel hacer se prolongó en sus tiras sobre la Barcelona de los 90 en las revistas aB, .H y Rockdelux dándole un sentido unitario con su primer libro “Viviendo del Cuento” (2004), “un libro de humor que habla de una generación de la que todavía no se ha hablado mucho. Lo insólito es que lo haya publicado una editorial grande como Mondadori”.

Las reediciones de sus libros y su incipiente éxito más allá de la escena independiente ha sido una sorpresa, de las que ya no suceden a menudo, celebrada con gran jolgorio. Sus historias calan, más allá del acento local: “Siempre he querido dibujar… lo de ser humorista, no me lo esperaba, la verdad. De hecho no me consideraba gracioso… Ahora parece que hago reír a la gente, cosa que me agrada mucho”. Entonces, ¿de verdad que Juanjo Sáez no odia a nadie, no hay ídolos que matar? “Para ser sincero no mataría a nadie porque muchas veces mataría a demasiados… el mundo en sí mismo es un asco y mucha gente también, o mejor dicho sus actitudes… Realmente considero que todo el mundo es genial pero de vez en cuando hacen cosas difíciles de entender… por decirlo suavemente. En estas cosas soy muy cambiante, según el día. Pero a pesar de ser muy gruñón soy muy social y me encanta la gente. Ya sé que es contradictorio, pero mi relación con los demás es así…” Juanjo se ríe al terminar estas palabras y no digo yo que no me recorra un leve estremecimiento de la espina dorsal.

“No tengo proyectos faraónicos, como hacer películas, parques temáticos o cosas así… no busco nada, me lo voy encontrando”. Pero por supuesto tiene muchos papeles entre manos: “Varios libros en mente, entre ellos el que trata sobre música, pero antes me gustaría hacer otro mas ‘experimental’. Quiero hacer un libro con algo parecido a la poesía… no sé cómo definirlo exactamente sin que parezca pretencioso o cursi, pero me interesa hacer historietas cortas, de una o dos páginas, intentando utilizar un lenguaje evocador, como en la poesía. En «El Arte» ya hay partes que son así”.

Elena Cabrera. Publicado en El Manglar.