La memoria de los nietos de la derrota

Se suelen dedicar los libros pero yo, que escribo más corto, tendré que dedicar un artículo: Segundo enterramiento de la Memoria Histórica

Dedico este artículo a Raimundo Cabrera, mi abuelo, al que no conocí. Y a mi padre, Luis Cabrera, quien tampoco lo conoció. Raimundo Cabrera murió fusilado en una cuneta en 1936 tras haber sido detenido y encarcelado durante un tiempo. Nunca supe si mi abuelo fue un republicano destacado pero siempre intuí que no, pues se había casado con una mujer de una próspera familia toledana más de derechas que de izquierdas, Sagrario Bertolín.

Raimundo trabajaba de camarero en un bar donde se reunían republicanos (y ahora pienso, durante la República, al fin y al cabo en qué bar no se reunían republicanos; sólo aquellos donde a escondidas conspiraran los sublevados, supongo). E imagino, todo son supusiciones en una historia que me llegó sin detalles, escondida, mal valorada, que a Raimundo le mataron más por lo que sabía que por lo que hacía. Y no sé nada más.

Mi abuelo sigue vivo en el segundo nombre de mi hermano y en la quebradiza herencia de mi memoria. La memoria de los nietos de la derrota.