La vida salvaje comienza en la vida desconectada

I am in the Sonoma area with a friend (in this photo) this weekend. We spent the day at the Jack London State Historic Park. It's an absolutely beautiful park on the border of vineyards. The vineyards look spectacular this time of year.

Hay diez razones por las que Jaron Lanier convence a todo aquel que quiera escucharle para borrar sus redes sociales de inmediato. La primera es que estamos perdiendo el libre albedrío porque nos volvemos adictos, y por tanto zombies, seres que arrastran compulsivamente su dedo gordo por la pantalla del móvil sin preguntarse si eso les lleva a algún sitio.

La segunda, porque renunciar a las redes es la mejor forma de resistir a la locura de nuestro tiempo. Y sigo enumerando hasta la novena: porque nos están convirtiendo en idiotas, porque están socavando la verdad, porque vacían de contenido lo que decimos, porque destruyen nuestra capacidad de empatizar (aquí habría muchos ejemplos en lo micro que refutarían a Lanier, pero bueno, avanzamos), porque nos hacen infelices, porque las redes sociales no quieren que tengamos una economía digna y porque hacen imposible la política.

Y queda la décima, la más metafísica de todas: porque aborrecen tu alma o, dicho de otra manera, porque van en contra de lo que significa ser una persona.

En otro de sus libros, ‘Contra el rebaño digital’, lo primero que Lanier se pregunta es qué es ser una persona. “Los comentarios anónimos en blogs, los vídeos de bromas insustanciales y los popurrís intrascendentes pueden parecer triviales e inofensivos, pero, en conjunto, esa forma de comunicación fragmentaria e impersonal ha degradado la interacción interpersonal”, escribe.

Si en el siglo XX entendíamos la comunicación como una transmisión de señales entre un emisor y un receptor que comparten un código común, en la actualidad Jaron Lanier advierte de que “ahora la comunicación suele experimentarse como un fenómeno sobrehumano que se eleva por encima de los individuos”. Una nueva generación se ha hecho mayor de edad “con una expectativa limitada de lo que una persona puede ser y de aquello en lo que cada persona puede llegar a convertirse”. No parece muy libre, no.

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Foto de keppet. CC BY-NC-SA