La historia oficial del coronavirus en España comienza en las últimas horas del mes de enero. El Centro Nacional de Microbiología había recibido cinco muestras procedentes de La Gomera que pertenecían a personas de nacionalidad alemana que habían estado en contacto con un enfermo de coronavirus en ese país. El sistema sanitario canario las tenía aisladas en un hospital. Una de esas cinco se convertiría en el primer positivo español. Nos enteramos tarde, pasadas las diez de la noche de aquel viernes. El Instituto Carlos III informó de que no eran las únicas que había analizado hasta el momento y que ya había comprobado otras doce muestras, todas ellas resultaron negativas. Algunos de los casos sospechosos eran personas que provenían de Wuhan, una ciudad a 10.000 kilómetros de distancia de Madrid que las noticias diarias nos la acercaban como parte de nuestra geografía, pero no lo suficiente como para pensar que aquel virus que la devastaba pudiera llegar aquí en cualquier momento.
Fue el 3 de enero cuando el primer medio fuera de China, la BBC, informó sobre un “virus misterioso” que había afectado a 44 personas, 11 de ellas gravemente. La oficina de la OMS en China tuvo conocimiento apenas unos días antes, en Nochevieja, pero, según se supo después, el primer contagio había sucedido semanas atrás. La sanidad china considera que el paciente uno es un hombre de 55 años contagiado en la provincia de Wuhan, Hubei, en torno al 17 de noviembre. Estudios posteriores determinaron que al menos 266 personas se habían infectado en el país asiático antes de que acabara el año 2019. La expansión rápida y silenciosa del coronavirus pudo empezar en cualquier momento, pues Wuhan acoge un aeropuerto internacional por cuyas terminales transitan 25 millones de pasajeros al año.
La precomprensión de una cosa emerge cuando se la nombra y eso sucedió al día siguiente de Reyes de este año, cuando los científicos chinos aislaron el virus en un laboratorio y lo bautizaron como SARS-CoV-2. Hasta ese momento, no había evidencias de transmisión entre humanos y la mayoría de los pacientes eran comerciantes del mercado mayorista de mariscos del sur de China en Wuhan, según las autoridades de ese país. El 11 de enero, China lamentó su primera víctima mortal.