Tras muchos años de pelea en la sombra, ese profesional solitario que escribe en un papel lo que otros transformarán en imagen comienza a movilizarse por sus derechos laborales | Los guionistas españoles dicen que «hay motivo para la huelga»
Desde que se puso el Proyecto de Ley del Cine sobre la mesa de la cámara del Congreso de los Diputados en junio de 2007, la cinematografía en España ha sido, unas veces, un tira y afloja de la cuerda y, otras, una guerra de almohadas a plumazo limpio.
Año y medio después, el Gobierno ha querido dar carpetazo -con un Real Decreto que desarrolle la Ley del Cine- a un polémico tema que ha sido manejado por dos ministros de la misma casa. El Gobierno suponía que después de hacer retoques aquí y allá todos estarían contentos. Pero no es así. Los guionistas no lo están.
Esa orden aprobada en el Consejo de Ministros del pasado 12 de diciembre está claramente orientada a impulsar la cinematografía, realizar coproducciones, luchar contra la piratería, fomentar las salas, crear empresas dedicadas al cine de una manera más sencilla… un «espaldarazo», como dijo María Teresa Fernández de la Vega. A la industria, pero no a los profesionales.
«Los guionistas españoles se sienten menospreciados por la Ley del Cine», dice la Asamblea convocada por el sindicato ALMA (Autores Literarios de Medios Audiovisuales). «Somos el grupo peor tratado del sector», recalcan los guionistas. Es un problema que viene de antaño.
Miedo a la represalia
Es un trabajo no regularizado, con retribuciones que no sólo no asimilan las subidas del IPC sino que van para atrás, con una participación muy pequeña en los beneficios de la taquilla y absolutamente ninguna en la explotación de la película más allá de las salas oscuras.
Jimina Sabadú, quien aunque sólo sea por su actitud algún día debería ser la Diablo Cody española, explica que además de los flagrantes agravios económicos el «trato humano» hacia los guionistas también es ofensivo, pues se trata de una profesión poco reconocida. «Es que el trabajo del guionista acaba cuando empieza el de todos los demás», dice Nacho Faerna, quien fue coordinador de guionistas de El comisario. Estos profesionales trabajan de manera solitaria y se dejan los ojos en unos sprints de jornadas inacabables. Viven en la cuerda floja, sin saber si mañana continuará o no la buena racha, por ello, en cuanto protestan, «te tachan de sindicalista» dice la Sabadú, «es un mundo muy pequeño y si das problemas te tachan y no te llaman más».
Agustín Díaz Yañez presidió la mencionada Asamblea y es, asímismo, presidente de ALMA. Durante esta reunión de escritores celebrada el 13 de diciembre, un día después del «espaldarazo», se destacó la incapacidad legal para negociar un convenio colectivo para quienes trabajan por cuenta ajena, los bajos salarios, las condiciones laborales irregulares y los contratos abusivos, entre otros problemas que asolan a la profesión.
Ese día se acordó realizar una carta de protesta al ministro de Cultura, César Antonio Molina, que será entregada este jueves 18 de diciembre.
Los representantes de ALMA gustan de poner como ejemplo del problema la «paradoja del guionista español». Éstos no reciben una cuota por la explotación en DVD de obras realizadas con sus guiones. Pero sí obtienen dinero de la compensación por copia privada de los DVDs vírgenes (a través de SGAE o DAMA), así que si una película se compra en un top manta ganan algo, si se compra en un centro comercial, ni se inmutan. «Los productores se niegan sistemáticamente a dar una parte de la venta», explica Faerna, quien desde ALMA intentó negociar durante muchos años con la FAPAE (Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales Españoles), sin conseguir más que un rechazo implacable.
Hay motivos para la huelga
Las reivindicaciones laborales se centran en tres frentes: que la Ley contemple las necesidades de los guionistas, que la FAPAE se siente a negociar con ellos y que se establezca un convenio para la profesión.
¿Y si no se sientan? Siguiendo el ejemplo de lo ocurrido en Estados Unidos, Nacho Faerna confirma que «hay motivos para apoyar una huelga», una acción que paralice, al menos, la televisión. «Hay que apoyarla cuando es eficaz, el problema en España es que la industria asentada es la de la televisión y en el cine es má complicado, no es como en Hollywood. Tener un seguimiento de una huelga masiva es complicado, la gente tiene miedo a las represalias, a estar en la lista negra».
Entre las reivindicaciones que se plantean para ese convenio colectivo se encuentran las 45 horas laborables a la semana, no trabajar los sábados, salarios dignos, plus de disponibilidad, plus de desgaste de herramientas -el guionista trabaja en su casa con su propio ordenador- paga del cien por cien en despidos improcedentes, regulación de las vacaciones o actualización salarial con nuevas categorías.
Muchas cadenas de televisión con convenio propio y categoría de guionista reconocida y bien remunerada contratan a los chicos y chicas que escriben bromas ingeniosas, monólogos inteligentes o presentaciones con gancho bajo la categoría de redactores, mucho peor pagados.
El impago es otro gran lastre de la profesión, y está a la orden del día. Una de las exigencias del sector es la de impedir que una productora que no paga a un guionista no pueda recibir subvenciones. Algo que parece lógico y que, a pesar de ello, ocurre continuamente, «aunque sea por 600 euros», indica una profesional. Por ello, solicitan que se abra un listado de productoras morosas que les impida seguir recibiendo dinero público si no pagan los guiones.
CC. Elena Cabrera. Publicado en ADN.es