Lugares sin memoria

Peironcely 10

Una de mis obsesiones es conocer cómo marca el tiempo a través de su paso por un sitio. Me impresiona mucho la perdurabilidad de lo sólido, en especial la piedra, ante el ciclo momentáneo de los que nacemos y morimos y, en un momento dado de esa insignificante existencia, pasamos por allí, rozamos con los dedos de la mano esa pared, derramamos nuestra sangre sobre ese suelo, dormimos encerrados bajo ese techo.

Confieso que me tienta la idea de la psicogeografía y a veces me gusta pensar que los lugares conservan una memoria de sí mismos, como si almenasen datos cual organismo vivo.

De ser así, es una memoria muda. Aunque no es tan difícil encontrar los cabos sueltos que nos sirven para contar el cuento. En el solar de Peironcely hay restos del suelo de las casas que fueron derruidas por los bombardeos en los años 30. En el patio interior del restaurante Casa Anido están los píos que usaban para hacer las conservas de sardinas en lata de los Romaní y que, en la Guerra Civil, usaron los presos del campo de concentración para dormir calientes dentro de ellos. En un contenedor de la basura aparece un archivador que es recogido de allí por un activista de la memoria. Hubo un tiempo, quizá solo fue un día en la historia, en el que las autoridades franquistas, diplomáticas y religiosas se colocaron en una escalinata construida en un cerro, e hicieron como que aquello era importante, aunque lo olvidarían pronto (pero los trabajadores esclavos que picaron piedra y la arrastraron para colocarla allí no olvidaron).

Estos días se ha publicado en elDiario.es una pequeña serie de artículos que he escrito, titulada Lugares sin memoria. Ojalá pudiera ser más larga, estaría escribiendo sobre sitios así todo el rato, no haría otra cosa y sería feliz.

  1. Una historia terrible entre las latas de conservas de Muros
  2. Dónde están los niños muertos en Perpiñán
  3. Nadie recordaría esa fábrica si se hubiera adelantado el camión de la basura
  4. El descampado de Peironcely: todavía caen bombas sobre Vallecas
  5. Pensaron que construyendo pisos nuevos, nadie se acordaría de las viejas historias de la guerra
  6. Un monumento franquista en medio de la nada: no por no mirarlo, deja de existir

He rivalizado conmigo misma en el titular más largo. Bueno, creo que en esta ocasión lo merecía, como puerta de entrada a una historia.

Larga vida al periodismo de verano, que permite hacer estas cosas y a la gente tener tiempo para leerlas.