Ayer llegué a tiempo, casi raspando, para asistir al concierto de Astrud en el Neu! Club cargada de sueño y cansancio. Viajar cansa, no sé porqué.
A veces me doy cuenta de lo importante que es ser contemporáneo de Astrud y haber vivido toda su carrera. Ocurrió mientras empujaba la mariposa para entrar en el metro y volver a casa, me acuerdo del momento exacto en el que lo pensé y del tacto del metrobus en la mano, pues golpeaba una esquina con la yema de un dedo, acompañando con golpecitos el recuerdo reciente de alguna de las canciones del concierto.
Me fui rápido, en realidad me fui corriendo, porque me dolían mucho las tripas. «Os voy a dar una pista, os voy a dar una pista», taconeaba por la calle José Abascal.
Cuando en el año 2024 haya gente de 20 años que escuchen a Astrud como algo del pasado desearán con todas sus fuerzas haber vivido algo tan especial como su crecimiento disco a disco, la fuerza de sus conciertos, su público cantando las canciones a gritos. Podría relatar muchos momentos de mi vida asociados a Manolo y Genís pero no es hoy la noche que me apetezca desenterrar recuerdos. A pesar de ello, están pasando por mi memoria ahora mismo, como diapositivas rápidas.
Lo de ayer fue algo muy diferente porque interpretaron sus grandes hits acompañados del Col.lectiu Brossa. ¿Quién hubiera pensado que con una zanfona y un Line 6 podía tocarse así Todo da lo mismo?
Para el que quiera una crónica con detalles, le remito al artículo en Hipersónica de Natxo Sobrado, que tiene más vídeos como el de arriba.