Miedos atávicos de la infancia

MD04. ARCHIVO-MADRID.- Fotografía de archivo, tomada el 11 de diciembre de 1987, de bomberos y voluntarios trabajando en las tareas de búsqueda de víctimas entre los escombros de la casa cuartel de la Guardia civil en Zaragoza tras el atentado perpetrado por ETA con un coche bomba, cargado con 50 kg de explosivos. La Fiscalía pedirá al Tribunal Supremo que investigue al parlamentario vasco por Batasuna José Antonio Urrutikoechea Bengoechea, "Josu Ternera", como presunto inductor de este atentado, en el que murieron once personas, basándose en declaraciones y documentos que acreditan que, en 1987, "ETA estaba mandada de forma absoluta" por él. EFE/ARCHIVO/JAVIER CEBOLLADA

Voy a hacer una lista de aquello que más me aterraba de pequeña, quizás así pueda superarlo:

  1. Las bombas lapa de ETA.
  2. El ruido de la cisterna en el cuarto de baño a oscuras.
  3. Los zulos de ETA.
  4. Las apariciones marianas.
  5. Los sustos desprevenida, sobre todo en forma de un susurro a mis espaldas o una persona que aparece inadvertida a mi lado.
  6. Los atragantamientos que llevan a la muerte.
  7. La pesadilla recurrente en la que todo es muy grande y yo muy pequeña (o algo parecido).
  8. Estar sola en casa.
  9. El sótano del colegio.
  10. Las noticias de ovnis en el Telediario.

He escrito estos miedos según me iban viniendo a la cabeza, así que no los he reordenado. Es probable que la memoria los haya ido ordenando con algún criterio. Ahora que los he escrito y numerado, los puedo observar como algo ajeno a mí y pensar sobre ellos.

De entrada, me parece que esta niña veía mucho la tele. Demasiado. Los miedos 1, 3, 4 y 10 claramente provienen del consumo de televisión. O peor, del consumo de noticias en la televisión.

También puedo deducir que esta niña pasaba mucho tiempo en casa y que ese entorno también era terreno fértil para sus terrores 2, 5, 6 y 8. El único temor que sucede claramente fuera de casa (y no en la tele) es el 8, que en realidad tiene lugar en la otra casa: el colegio.

Veo mucha oscuridad: debajo de los coches (las bombas lapa, el 1), en el pequeño zulo de los secuestros (3), en el baño (2) y en general en la casa (8), por la que pasa el día pero también la noche, y el sótano del colegio (9), bajo tierra, sin ventanas.

Luego hay cosas que pasan no porque la niña se meta en líos, sino porque vienen sobrevenidas, como las apariciones de entes (4 y 10) o personas (5) y el atragantamiento, un accidente involuntario.

Al miedo a ETA es evidente, no hay mucho que decir. ¿Qué niña o niño nacido en 1975 en Madrid no lo tendría? Había bombas y disparos con frecuencia. Una vez explicaron en la televisión cómo se miraba en los bajos de un coche para comprobar que no había bomba lapa, y me temo que la niña revisaba de cuando en cuando el de su padre. Los zulos eran ese otro gran símbolo del terror en los ochenta, como metáfora del ataúd, de premuerte. En ellos escondían no solo armas, sino lo más angustioso: secuestrados. La idea de pasar días sin poderse mover apenas se impone como la mayor de las torturas. Amonal, goma 3, explosivos, parabellum, detonador, nuca, impuesto revolucionario, banda armada, eta político militar, Bayona, Yoyes, Ajuria Enea, comando, desarticulación, secuestro, son un puñado de piedras que se llevan durante la infancia en una bolsa, y no significan nada, solo sirven para hacer el miedo.