Porque, ya lo dice The Onion, «Clinton también se busca en Google». Con Checht lo hablamos más de una vez, ¿quién no quiere saber lo que otros escriben sobre ti? Y a veces, más de un disgusto nos cuesta aunque también inesperadas sorpresas. Dos ejemplos de lo segundo (que lo primero mejor no meneallo): (1) Gemma y yo nos pusimos al día de nuestras vidas gracias al rastreo mútuo. (2) Consigo interpretar la referencia de un sueño gracias a una persona con la que el azar me ha llevado a no compartir vivencias -simultáneamente- pero sí lugares comunes. Y decía que antes o después tenía que materializarse el mayor temor de cada blogger, ya lo hemos hablado off y online: ser descubierto por tu propia familia. No era tan difícil, es verdad, sólo era necesaria la chispa de la casualidad o la curiosidad. El sumatorio de «Sigfredo» y «Cabrera» en el buscador inteligente da por resultado un «Elena no va a tener suerte» y ah? se planta, ouch, suculento, el enlace a este «The Last Dance». Y así tenemos a Sigfredo, mi hermano, leyendo ayer el post titulado «Lejana y sola» y enterándose de esta manera que «yo en realidad prefería una Vespino». Así que: ¡hola Sigfri! (saludad). Y, como puede darse el caso de que algún cliente de mi hermano le busque por la red y acabe llegando hasta aquí, me gustaría decir unas palabras: