Piel es asesinato

El otro día lloré inconsolablemente delante del televisor. Combinaba las lágrimas con episodios de insultos. Ocurrió porque casualmente pillé en el canal 24 Horas la repetición de un programa de la temporada pasada del estupendo El escarabajo verde, titulado Piel contra piel (podéis verlo aquí). En él, se veía algo de la investigación y acción de Igualdad Animal entorno a las granjas de visones en España. Pero también se aportaba el testimonio de un granjero de visones, para hacerlo ecuánime.
Ahora, Igualdad Animal (qué grandes son) presentan el resultado de sus investigaciones (varias horas de vídeo y 650 fotografías) para que podamos comprobar la explotación animal, la inmensa crueldad y el nulo respeto a la vida de otros animales de la que es culpable la industria peletera. Este vídeo es un adelanto del documental que están preparando. Preparaos vosotros para llorar y, también, para insultar:

Más de 400.000 visones pasan toda su vida encerrados en jaulas minúsculas con el objeto de morir despellejados para satisfacer la demanda de los que están dispuestos a pagar mucho dinero para vestirse con el trofeo de parte del cuerpo de un animal que estuvo vivo, que sentía emociones y malvivió enloquecido entre rejas.
Durante un año Igualdad Animal ha inspeccionado cerca de la mitad de las granjas de visones que existen en España para grabar «como las madres son utilizadas como máquinas reproductoras y son apartadas de sus crías, imágenes de partos, peleas de visones entre sí debido al confinamiento al que están sometidos, cientos de cadáveres apilados en contenedores…». Estas evidencias están reunidas en el reportaje Piel es asesinato.

En el informe redactado a colación de esta investigación se puede leer que «en las explotaciones, las jaulas se ubican una al lado de otra y los animales pueden verse entre sí. Esta condición es especialmente estresante para especies solitarias, como el visón, o especies con complejas jerarquías sociales, como los zorros. Los visones son animales semi-acuáticos pero en las granjas no tienen acceso a agua para nadar.

A pesar de llevar generaciones siendo reproducidos en cautividad, los animales mantienen sus instintos de conducta que, en las condiciones de cría intensiva, no pueden desarrollar. El hacinamiento intensivo imposibilita actividades naturales para los animales como nadar, escalar, cavar o recorrer largas distancias.
Estos animales muestran signos claro de estrés a causa de su aburrimiento, frustración y privación en un ambiente biológica y socialmente inapropiado al que son incapaces de adaptarse. Este estrés se manifiesta llevando a cabo comportamientos estereotipados, realizados repetitiva y obsesivamente sin finalidad aparente, e incluso automutilándose.

Pueden mostrar apatía, morderse la cola, morder los barrotes de la jaula, agresividad hacia los compañeros de jaula, andar de un lado a otro siguiendo la misma ruta incesantemente hora tras hora y día tras día durante toda su vida. También puede resultar en infanticidio y en ataques a las propias crías».