Como en un engranaje, donde una pequeña rueda dentada transmite movimiento a una más grande, así podríamos ver el efecto del coronavirus en la escritura de la ficción audiovisual. La influencia de la pandemia salta a la vista en el piñón más pequeño de la maquinaria, que es el que consigue girar a mayor velocidad; lo vemos en las reescrituras urgente de guiones, los retrasos en los rodajes y estrenos, y en el encarecimiento en las producciones. Si seguimos fijándonos con detenimiento en cómo funciona este mecanismo, vemos que el movimiento se transmite a la corona motriz de esta industria, aunque se duda de si llegará con más fuerza, promoviendo un cambio de paradigma en los contenidos, o, en cambio, si esta crisis quedará amortiguada por la propia inercia comercial de la industria del cine y la televisión.
Empecemos, pues, por el piñón pequeño. “Olvidaos de las palabras besos y abrazos” ha sido la primera consigna que ha llegado a los guionistas de la serie diaria Amar es para siempre, que emite Antena 3, según explica su guionista Julia Altares: sin contacto físico entre los personajes “es otra ficción la que se va a hacer”. ¿Pero cómo se escriben historias de amor sin besos ni abrazos? Pues con elipsis. “Lo puedes dejar en alto, que los personajes parezcan que están a punto de hacer algo, hacer que se insinúen o decírselo todo con las miradas, también puedes mostrarlo con lenguaje corporal o con metáforas de la imagen”, explica Eulàlia Carrillo, guionista de la serie diaria de Televisión Española Mercado central. Visualmente, “supone volver al cine de los años 40 y 50, donde no se podía mostrar explícitamente —añade Carrillo— lo cual es un reto artístico que exige agudizar el ingenio. Se parece a escribir tramas de época, donde hay un impedimento para mostrar las relaciones sexuales, ahora el impedimento no es la época sino las precauciones en temas de salud. Lo importante es que al espectador le parezca creíble”.
Las series diarias han sido las primeras en trabajar bajo la sombra del virus: tienen más prisa por rodar y también son las más fáciles de adaptar a los protocolos. Los guiones que ya estaban escritos para Mercado central están ahora en manos del guionista de plató, la persona que se está encargando de modificarlos para que no haya contacto físico, ni más de dos o tres personajes por secuencia, ni grabaciones en exteriores. Por ejemplo: él llora, ella le abraza. Ahí el cambio es fácil: él se queda sin abrazo. Las escenas de acción sin contacto físico son mucho más complicadas de imaginar. Otro ejemplo: en tiempos del coronavirus, los puñetazos siempre fallan; o bien aciertan, pero no vemos el golpe, hay que dejar que el cerebro reconstruya lo que la distancia de seguridad escamotea.