Soy vuestra crisis

No lo conté. Porque con tanto ir y venir y el trabajo que estoy haciendo en MTV, que no se acaba nunca, no tuve tiempo. Pero quería comentar algo sobre los cines Luna y su flamante ocupación por el colectivo Rompamos el Silencio durante la Semana de la Lucha Social, del que algo comenté en un post anterior.

Gracias a uno de sus miembros pude realizar, como él la llamó, una visita guiada por las entrañas de este edificio abandonado que, por una semana, fue un lugar social, colectivo y común. Me sentía orgullosa de que algo así sucediera, precisamente ahora, cuando es más evidente mi desengaño con Madrid y los madrileños.

Gracias al Centro de Medios tanto la okupación como las acciones de los diferentes ejes sobre los que se construía la Semana están bien documentados.

Que el lugar elegido como centro de operaciones de la Semana fueran los Luna me pareció un acierto, tan simbólico y preciso, que calaba en ese saco de nuestro inconsciente donde los madrileños guardamos los fracasos, las ilusiones imperfectas, los sueños efímeros. Por eso escribí este texto (lo tenéis también en Nodo50 🙂 ) sobre los cines Luna, conmovida tras la visita y deseosa de contar la parte de la historia que me sabía. Y me sé más, pero no la he podido contrastar. El lenguaje es contenido, que no es de blog sino de teletipo, pero de teletipo a mí manera…

La chapa de los cines Luna bajó, precisamente, en el mes de julio de hace cuatro años. Ocurrió ante la perplejidad de los clientes y vecinos, así como del silencio de los propietarios que rehusaron hacer declaraciones a los medios de comunicación que quisieron conocer los motivos.

Los Luna se convertían en el undécimo cine en cerrar en la ciudad de Madrid en el año 2005. Agravaba la situación el tratarse de unos cines en versión original de carácter independiente, no pertenecientes a ninguna cadena. Situados al pie de Malasaña, en una zona conflictiva, difícil y reivindicada incansablemente por los vecinos como es la plaza de Sta. María Soledad Torres-Acosta.

La modificación del Plan General Urbano del Ayuntamiento de Madrid permitió que las salas se conviertan en viviendas o locales comerciales, como está sucediendo en la Gran Vía. Pero para eso había que echar el cierre rápidamente y colgar el cartel de se vende o se alquila, algo que no iba a resultar tan sencillo, como han demostrado los cuatro años de abandono del inmueble.

El negocio de los cines Luna nunca fue bien a pesar de tratarse del último gran sueño de Emiliano Piedra, quien los construyó a mediados de los 80 después de haber estado a punto de arruinarse en otras ocasiones.

Emiliano Piedra comenzó a trabajar a los 17 años en el negocio de la distribución de películas y se decía de él que amaba el cine hasta los tuétanos. Fue proyeccionista ambulante durante la posguerra, por los pueblos y en coche de línea. Después fabricó y vendió proyectores. Después, fundó una distribuidora (Brepi Films) y más tarde creó su propia productora (Internacional Films Española). Se hizo amigo de Orson Welles, a quien produjo en 1965 la película Campanadas a medianoche pero, acabado el presupuesto y el plan de rodaje, el director no había terminado la obra. Piedra se endeudó para conseguir una financiación extra donde no la había, para que Welles terminara su película tal y como la deseaba.

El productor, fallecido en 1991, se había casado con la actriz Emma Penella. Ella fue la dueña de la parte superior del edificio, destinado a las oficinas de Internacional Films Española. Y allí quedaron, abandonados al polvo y al tiempo, al desorden y al olvido, documentos como el que concedía la Espiga de Oro del Festival de Cine de Valladolid, fotografías de rodaje, pósters y kilómetros de metraje, como pudieron comprobar los miembros de Rompamos el Silencio que okuparon el edificio durante la Semana de la Lucha Social.

La parte baja y el sótano eran propiedad de la familia Soler, inversores valencianos que también poseían los cines Palacio de la Música y Avenida en la Gran Vía y actualmente son propietarios del Valencia CF. Esta parte del edificio fue vendida en septiembre de 2007.

Eduardo Moreno, presidente de la Asociación de Comerciantes Triball, declaró al diario El Mundo en enero de 2008 que la inmobiliaria Triball, responsable del proceso de gentrificación de la zona, consideraba la transformación de los cines Luna como «origen del proyecto y la base del cambio» aunque habían tenido que abandonar esta idea en espera de que «sus propietarios se unan a la propuesta».

Pero el barrio quiere un cine donde había un cine, no una discoteca -como estuvo a punto de ocurrir tras el intento de compra del bajo por Smgroup- ni una tienda de ropa. El colectivo Left Hand Rotation ha venido haciendo intervenciones en las carteleras. Para denunciar la instalación de cámaras de vigilancia en la plaza, seleccionaron una serie de películas sobre control social, drogas y prostitución, imprimieron sus carteles y los pegaron en los huecos que antes ocupaban los carteles de las películas que se exhibían. Así, afirmaron que «Lef Hand Rotation reabre los Cines Luna».

Un aficionado al cine, Álex, recuerda como «emblemático» este cine y no se olvida del ciclo de Monty Phyton que pudo ver allí. Vicente Molina Foix, lloraba a los cines en un artículo de despedida en el diario El País, recordando que allí fue, una tarde, a ver El intéprete, de Sydney Pollack, con la viuda y el cuñado de Kubrick.

Los cines Luna fueron los elegidos por Rompamos el Silencio para su campaña de visibilización y no podría haber estado más inspirada la elección, ya que permanece en el inconsciente de los que patean la ciudad de Madrid como un abandono injusto, un arrebato en mala hora. A pesar de su mala suerte hay un legado que ese edificio deja, más allá del cine, pero igualmente ligado a la cultura popular: ¿quién recuerda el nombre real de la plaza? Muy poca gente, para los madrileños, haya o no cine, esa plaza se llama la de los cines Luna.

Centro de Medios.