Sublime con interrupción

Se le va apagando la luz al fin de semana, con solemnidad y apatía, a la luz de farolas amarillas forradas con casquitos para no molestar a los vecinos. Pero los vecinos están molestos a pesar de la consideración de las farolas, y se suben los perros a casa con tirones de cuello, mandan callar, de malas maneras, a los niños que aún no han comprendido lo que es un domingo que se muere y dejan caer con fuerza, para hacer notar el enfado, la tapa del contenedor de la basura. Cucarachas y ratas salen espantadas. No son las únicas que sienten el impulso de huir.
El barrio huele a fritanga, a sobras y a melón. Los coches buscan aparcamiento con desesperación tras haber pasado el fin de semana en el chalet de la sierra. A los madrileños les gusta tener un chalet en la sierra y, si no les alcanza, pues una caravana en un camping de la sierra. Y los domingos por la noche se vuelven cabreados por los atascos de las nacionales, por los partidos de fútbol perdidos por el Real Madrid, por el calor que hace en la ciudad y, sobre todo, por llegar demasiado tarde, cuando las plazas de aparcamiento ya se han repartido entre los demás vecinos.

Hoy he terminado un maravilloso libro de Umbral titulado Las ninfas. En sus páginas se recuerda una y otra vez la frase de Baudelaire, «hay que ser sublime sin interrupción». En él, el joven Umbral se hace con unos guantes amarillos que consiguen transformar sus penurias provincianas en momentos danunzianos, tal y como el propio autor adjetiva en algún momento de la novela. Yo soy muy de eso, de ser una pobre diabla que saca, en algún que otro momento, sus guantes amarillos; a veces, en ocasiones muy inapropiadas… aunque estrictamente necesarias. O eso, o la muerte. Para ser sublime sin interrupción habría que vestir siempre los guantes amarillos, saber cuándo llevarlos puestos, saber cuándo llevarlos en la mano, cuándo dejarlos suavemente sobre una mesa.

Para ser sublime sin interrupción uno debería de escribir como Umbral sin interrupción. O al menos escribir sin interrupción.

Hoy me parece sublime, perfecto, tan valiente, necesario e inevitable que Rompamos el Silencio okupara ayer los cines Luna como denuncia de la especulación durante la Semana de la Lucha Social:

Fotos: www.centrodemedios.org