El nicho en el cementerio de Carabanchel del GEO que murió en Leganés en la operación de cercado de los terroristas del 11-M, Francisco Javier Torronteras (le van a dedicar una calle), ha sido profanado para realizar un extraño y macabro ritual; ya sé que este es un tema que encajaría mejor en El Mar de la Tranquilidad, pero acabo de quedarme impactada. Tuvieron que arrastrar el ataud 700 metros por los pasillos del cementerio para llegar al sitio donde le rociaron con gasolina y le prendieron fuego.
15:00 Escucho en
Informativos Tele 5 que el primer indicio sátanico quedó descartado ya por tesis islamistas en cambio, se contradicen, expertos del Islam aseguran que exhumar y quemar un cadaver por revanchismo no es propio de su religión ni de su activismo.
15:37 He corregido las erratas en el post de antesdeayer y he boldeado y enlazado algunos nombres. Comienzo a sufrir la resaca de la que habíamos hablado. Por cierto, echad un vistazo al
post de Fluzo hoy:
«Aguacates, cebolla, tomate, aceite, sal y cilantro»; «Mientras ella se debatía entre reírse o mostrarse impresionada, yo me daba cuenta de que la línea que separa al fluzo-fan-de-la-sección-de-congelados-del-súper del fluzo-maestro-culinario es cada día más difusa». Ayer pasé el día en Valdemorillo y allí fue donde el animado barullo de la postsobremesa se interrumpió bruscamente cuando subí el volumen del televisor:
«¡las retira!» grité, señalando a un
ZP en RGB a nosecuantísimas pulgadas planas. La noche del 17 fue divertida. Comenzó en una rapidísima visita al
Sr. Bartual ya que yo había quedado para el concierto de
Tumbitas con Mamen, Joan y Aldo, mientras que él pensaba ir al
Festifreak (maratón de cine psicotrónico) que programó
Jesús Palacios (qué pena me dió perdérmelo) con
Borja Crespo. Me hizo un regalo precioso envuelto en un papel chino de elegancia y estilo.
(«The Summer of Love», de
Debbie Drechsler. Ver
aquí y
aquí). Tumbitas estuvieron de miedo (lógicamente), con una batería cantante que habría hecho desmayar a más de uno que conozco. Después fuimos al Zé, donde tomamos algo con
Murky, Eva, Alejo Alberdi y una chica más. Después llegaron
Maxi y Sara. Los primeros, guiados un poco por el impulso de Alejo (creo) habían estado escribiendo un cuento sobre cinco trozos de papel más dos para la sinopsis. Al leerla comprendías mejor los psicotrónicos (ahí también había) diálogos de la narración en cinco hojas en la que todas las palabras de cada una de ellas debían estar escritas con la misma vocal. En la última, la de la u, la frase estrella del guión era:
«¿Vudú? ¡Yuyu!»
xxx (Vía Sly Terrón, ¡gracias!) xxxLo siento, mínima e íntima audiencia, hoy no hay
El Último Baile en Radio Carcoma. (O si lo hay, será una re emisión). He puesto
aquí el playlist de la semana pasada.