Siete motivos para hacer cuentos sobre La Cosa vasca

La cuadrilla de amigos del escritor Iban Zaldua llamaba La Cosa al “conflicto vasco”, “la violencia vasca” o el “terrorismo vasco”. No solo es más rápido y corto sino que también evita tener que escoger entre “conflicto”, “violencia” o “terrorismo”, pues la elección trae consigo un posicionamiento, así ya de entrada, sin haber conseguido arrancar, ni tan siquiera, la conversación.

En su cuento corto ‘El escondite’, un etarra que acaba de cometer un atentado busca refugio en la casa de un amigo al que no ve desde que salieron del instituto. En el extraño reencuentro les une la música: uno pone discos de Echo & The Bunnymen y Japan, mientras el terrorista huido preferiría escuchar a Oasis, The Charlatans o Radiohead.

Hay un estereotipo sobre qué música nos imaginamos que escucha un joven abertzale, pero Zaldua lo estalla siempre por los aires. Como aquel protagonista de “A89, La Transeuropéenne” que escucha “Autobahn” de Kraftwerk, forzado por su compañero de viaje, en el coche que conducen hacia la cárcel en la que cumple condena su hermano.

O la cuadrilla de amigos de Zaldua ha crecido mucho, o el término se les ha ido de las manos, porque la escritora Edurne Portela lo utiliza también en su prólogo a ‘Como si todo hubiera pasado’, el reciente libro de relatos sobre La Cosa escrito por Iban Zaldua.

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